martes, 28 de abril de 2009

De Espejos y Miradas

Miradas. Las miradas propias. Las miradas ajenas. La mirada en el espejo. La Mirada. Maldito concepto lacaniano inagotablemente influyente en mi neurosis. Pero esto no es una clase de psicoanálisis. Es simplemente una manifestación de mis últimos descubrimientos, tan simples, tan absurdos y a la vez tan reveladores.
Toda mi vida me la pasé mirando desde abajo. Sentada en el pupitre mientras la Señorita o el Profesor daban clase parados en el frente. Sentada en la silla o en el piso durante 10 años de Facultad viendo cómo otros desplegaban su saber. Dentro de la pileta, agarrada al borde o parada en la parte baja mirando en espera de las órdenes del entrenador. Sentada en mi escritorio, levantando la cabeza cada vez que mi jefe necesitaba algo.
Obviamente en una posición que no solo producía contracturas cervicales crónicas, sino también una contractura de espíritu que ningún kinesiólogo podría aflojar.
Muchas veces me revelé a esta postura incómoda, pero en esos casos lo único que logré fue que los espejos me devolvieran la imagen de "conflictiva", "depresiva" o hasta "histérica" (lo que resulta casi un elogio para mi neurosis), que terminaba alejándome de todo posible grupo en el que trataba de incluirme.
Cansada de caer siempre en el rol de chivo emisario de la manada, el año pasado pateé el tablero y las fichas cayeron de tal forma que era imposible volver a jugar, al menos con las mismas reglas.
De un día para otro se rompieron decenas de espejos y lo que en un primer momento parecía la nada misma, posibilitó una nueva mirada.
¿Pero cómo enfrentar a "La Vacuidad" sabiendo que Atreyu se llevó el Auryn y se fue con Ártax en busca de otra emperatriz?
La respuesta fue simplemente enfrentarla, bucear en ella hasta lo más hondo, y dejar de alimentarla con lágrimas.
Y las cosas fueron más simples de las que podía imaginar.
Si no me gustaba cómo salía en las fotos, no era cuestión de esconderme, era cuestión de posar y elegir la foto más linda y eliminar el resto (bendita sea la fotografía digital!).
Si mi mirada estaba puesta exclusivamente en la mirada de los demás, no era cuestión de llorar frente a la "no mirada" sino de poner la mirada en otra cosa. (y bienvenidos los libros - "El imperativo del agua" sobre todo -, el cine y hasta Facebook! - jajaja).
Y si no me gustaba ir al cine sola, no era cuestión de llorar mi soledad, sino de buscar cursos donde ver y hablar de cine en compañía de otros, conociendo nueva gente y reflejándome en nuevos espejos, menos distorsionantes. (y bienvenidos a mi vida Guillermo Hernández y Esteban Menis!)
Cada sonrisa a partir de allí fue deshaciendo la oscuridad de a poco y si bien persisten ciertos resabios, porque obviamente el Yin Yang siempre será negro y blanco en perfecto equilibrio; de repente me vi rodeada de nuevos (viejos) espejos que me devolvían una imagen totalmente distinta. La imagen de una mujer que creció, que maduró, que evolucionó, pero sin perder su esencia. Y eso me enorgullece.
No fue fácil pasar del Drama a la Comedia. Es un camino rodeado de angustia, pero a veces resulta cierto que "la angustia es el motor de la cura" (y gracias al significante y al psicoanálisis!)
Cada sábado, cuando me toca entrenar al 1º equipo de Natación de la Facultad de Psicología de la U.B.A. y los observo nadando, aprendiendo, mejorando, me observo a mi misma desde otra perspectiva, con otra mirada y sin duda, a través de otros espejos.
Hace 10 años que vivo sola y pasé por tres departamentos en distintos edificios y zonas de la Ciudad. La semana pasada fue la primera vez que subí a la terraza. Puede parecerles una boludez (y en el fondo lo es) pero no saben lo significativo que puede llegar a ser ver mi propia ventana desde la terraza, y haber dejado de mirar la terraza desde mi ventana, como anhelando que el cielo se filtrara entre las paredes y derritiera los barrotes de mis propias limitaciones.
Desde la ventana, volar parece imposible; desde la terraza uno vuela con la mirada y con el corazón.
Este texto es solo un homenaje y un agradecimiento a cada uno de los espejos que ayudaron a forjar y a sostener esta nueva imagen; cada uno de ellos sabe lo que reflejó o refleja cada día...