martes, 17 de noviembre de 2009

Nuevas Olas

En uno de mis últimos naufragios, mientras mi cuerpo agotaba todas sus fuerzas tratando de aferrarse a algún objeto que me mantuviera a flote, mi mente (en un intento más de no hacerse cargo del desastre) se concentró en las olas y sus movimientos.
Recuerdo que en ese entonces deseaba fervientemente tener la lucidez frente a las 'fauces del abismo' del personaje de Poe en "Descenso al Maelstrom" [si no lo leyeron, les diría que ya es hora de que lo hagan].
Quizás mis reflexiones no fueron tan emocionantes como aquel relato, pero de igual manera atravesé la tormenta y pude contar el cuento.
Una de las cosas que descubrí en aquel descenso fue que en la vida 'no se trata de perder, se trata de fluir... las olas van y vienen, no se pierden, se mezclan, se relacionan, con unas que van, con otras que vuelven, se unen y se separan para seguir su camino, ya sea hacia la costa, ya sea mar adentro.' [en Oliñas veñen e van]
Después del naufragio tuve momentos en que solo podía quedarme parada en la orilla viendo cómo algunas olas se alejaban llevándose fragmentos de mi vida. Pero siempre, sin excepción, aunque te quedes parado en la orilla sin moverte, la marea se encarga de que el agua vuelva a mojarte.

[...]

Este domingo me fui a San Pedro, con la intención de presenciar el debút en Aguas Abiertas de una "amiga del agua" y dedicarme a tomar sol y sacar fotos. El amanecer anunciaba un día caluroso y radiante, pero la ruta se encargó de acercar una tormenta y al bajar del micro la lluvia lo cubría todo y parecía que nunca iba a dejar de caer (cosa que me hizo pensar mucho en "El imperativo del Agua" -otra vez: si no lo leyeron... ya es hora)


Al llegar al Club Náutico totalmente empapada comencé a sentir la adrenalina que contagiaban todos los asistentes al evento y me dieron unas ganas locas de anotarme y nadar (bien locas considerando que hace un año no entreno y apenas había que recorrer 7 km). Mi parte racional (que todavía resiste escondida en algún rincón de mi mente) apaciguó las ganas y se concentró en seguir combatiendo al frío que sacudía mi cuerpo.

La organización del evento decidió suspender la competencia por razones climáticas frente a los aplausos de unos y la desilusión de otros.

Así fue que quedé convidada a compartir el resto de la jornada con más amigos del agua. El río, la natación, las competencias, los trabajos, los grandes nadadores y las propias experiencias siempre son fuentes inagotables de conversación. Y así las nuevas olas comienzan a mezclarse y a compartir vaivenes. Y entre vaivenes salió el sol, y entre vaivenes terminé caminando en malla hacia al río para nadar la "Maratón Acuariana" en la cual todos ganamos el placer del recorrido, la satisfacción del desafío y la felicidad de compartir ese bautismo sin palabras, solo con sensaciones, entre hermanos del agua.





Gracias a todos y cada uno de ellos por la experiencia:

"Volver al agua es como volver a casa. Podría estar en cualquier parte del mundo, ser un desconocido, un refugiado, un extraño perdido en medio de un idioma completamente ajeno, pero sé que al entrar en el agua esa sensación de desoladora incomodidad desaparece."

domingo, 15 de noviembre de 2009

Gigantes del Agua

Otro ejemplo de perseverancia que demuestra que lo que uno hace desde el deseo y la pasión, no tiene límites...

Historias con nombre y apellidoLa mujer que nunca pudo dejar de nadar

Leila Guerriero

lanacion.com | Información general | S?do 14 de noviembre de 2009