lunes, 16 de mayo de 2011

La embriaguez de nadar...

"Y vuelvo a ver el mar y esta vez nada me impide levantarme, voy liviano hacia él, desprendido del peso de mi cuerpo, voy solo, va mi alma de gasa transparente, siento los pies que tocan la frescura de sombra de la arena mojada al borde de las olas que ahora llegan mansas a la playa a morirse como ballenas tristes, hastiadas del mundo. Un sabor dulce entra en mi boca y alegra mis sentidos, entra el sabor de frutas en mi boca y yo entro en el mar, avanzo pocos metros con el rumor del agua en las rodillas, en los muslos, me sumerjo de pronto y atravieso las barrigas hinchadas de las olas más grandes, más allá de las olas llego a una zona quieta, es una superficie casi lisa, que se extiende hasta perderse de vista, pero abajo, abajo en lo más hondo de sí misma, el agua ruge espesa y mueve traicionera los tentáculos de su inmenso organismo animal. Y en esa zona nado y nado y nado,  y siento en todo el cuerpo y en el alma de gasa transparente la embriaguez de nadar, y siento en los oídos las voces milenarias del agua que se superponen en diálogos concéntricos, que hablan en sus lenguas sofocadas por almohadas de plumas. El mundo pienso es tan hostil a veces, sólo el agua me da seguridad, me toma entre sus brazos y al mismo tiempo me deja volar con libertad de alas de pájaro..." {Ismael Bracquo}
C.M.Pasquetti "El Imperativo del agua" 
Ediciones Simurg 2008