95 minutos para unas cosas puede ser mucho tiempo y para otras muy poco.
Hoy fueron el tiempo justo.
Un film con tres celdas, que más allá de su función en la historia, muestran 3 encierros, totalmente distintos y sin embargo tan iguales.
El pasado, el presente y el futuro. Lo que fuimos, lo que somos y lo que buscamos ser. Todo eso que nos encierra en la diaria y bendita (o maldita) realidad del día a día.
Tres miradas iniciales que te encierran en las celdas del sí mismo y tres miradas finales que te liberan más allá de todo límite físico o geográfico.
No pude elegir mi celda porque soy un poco de las tres. Buscando el futuro ideal, escapando de un presente mediocre, tratando de revivir ese doloroso pasado a toda costa.
El tiempo es ahora (escuché), pero en ese ahora las palabras estaban sepultadas por la emoción.
Tal vez por eso debo liberarlas. Para demostrar que la falta de palabras no siempre es falta de pensamientos y emociones, sino todo lo contrario. A veces, es simplemente por su exceso.
A veces intento decir tantas cosas que no digo nada. Y otras veces una simple mirada basta.
Quiero creer, para salir de mis celdas, que mi mirada trasciende estas palabras y que en alguna de ellas se encuentra un tren, un beso o una cerveza. O porque no (dando un gran salto) los tres.