jueves, 12 de julio de 2007

Nadar, nadar, nadar...

Foto: Partida de Michael Phelps en Melbourne 2007 tomada por Francois Xavier-Marit de AFP Photo

Hace unos meses, cansada del trabajo de administrativa en una oficina y ante la escasez de pacientes que toquen el timbre del consultorio, decidí que en mi futuro laboral deberían unirse mis dos grandes pasiones: la Natación y la Psicología.
En Abril comencé un curso de Psicología Aplicada al Deporte, en búsqueda de conceptos teóricos y prácticos que puedan ayudarme en ese gran cambio que implica, dejar de hacer todo lo que dice el jefe y empezar a decir y decidir mi propio proyecto de trabajo.
En la primer clase hicimos una breve presentación donde cada uno decía quién era y que sueño tenía. Cuando conté el mío, el Director del curso me dijo que justamente la Natación era uno de los deportes más difíciles para trabajar, por las condiciones características del medio acuático y por la singularidad del modo de comunicarse entre nadador y entrenador (muchas veces toda la comunicación es una simple seña en el momento que el nadador respira). Pero por otra parte es un deporte en el que la Psicología tiene mucho por hacer.

El fin de semana pasado me tocó acompañar a Cynthia (Nadadora Cadeta de Marea Roja) al Campeonato Metropolitano de Natación de Cadetes y Juveniles que se disputó en G.E.B.A.
Cynthia tuvo los nervios habituales que tenemos cualquiera de nosotros ante una situación semejante, pero mientras esperaba le llamó mucho la atención la cantidad de chicas (entre 13 y 17 años) que lloraban desconsoladas luego de haber completado las pruebas.

Esas imágenes, junto con la presencia en el torneo, de mi ex-entrenador de Independiente, Alberto Santiago (al que tenía unas ganas locas de gritarle "No te mueras nunca" irónicamente*)me hicieron recordar mis viejas épocas de Cadeta.
Recordé un reloj enorme que había en la cabecera de la pileta de Invierno de Independiente, que decía Nadar - Nadar - Nadar, en forma semicircular hacia arriba, y que hacia abajo, durante muchos años recordé que decía Sufrir - Sufrir - Sufrir y ahora me cuestiono si no habrá dicho Seguir - Seguir - Seguir.
Ese reloj imagino que no está más y que muy pocos deben recordarlo, y muchos menos recordarán el mensaje que tenía.
Es muy probable que la segunda opción sea la verdadera históricamente, pero sin duda, hace 20 años, hubo algo en esa relación nadadora-entrenamiento-entrenador-equipo, que hizo que el mensaje para mí fuera "Sufrir" y no "Seguir". Es ahora, en este momento de continuidad en el que mi relación con el agua es muy distinta, donde puedo cuestionar el mensaje y suponer que decía Seguir - Seguir - Seguir.

En un trabajo del Lic. Néstor D. Marzetti, presentado en las V Jornadas Nacionales de Psicología Aplicada al Deporte, hay una síntesis de la "problemática del nadador" que pareció muy interesante.
"Este es un instante dramático para el chico, tiene la sensación de que todo el esfuerzo no valió de nada y que para alcanzar nuevos podios el sacrificio debe ser mayor. Muchos ante esta disyuntiva suelen dejar el deporte, otros relajan las metas, otros siguen solamente por la presión de los padres y otros perseveran, adecuan sus metas, relacionándolas con la mejora de sus tiempos, en lugar de podios. Éstos son los que poseen el fuego sagrado, los que tienen una alta tolerancia a la frustración, los que se sienten amos de su propia vida, poseen la auto-confianza que invita a la auto superación y al logro de los objetivos.
A partir de los 15 años aproximadamente, se produce un cuello de botella, por donde solo pasaran los más motivados"
El artículo se llama "Natación: Intervenciones Psicológicas en Entrenamiento y Competición" y pueden leerlo completo en http://apda.foramen.net/articulos
Y para Seguir -Seguir - Seguir, intentaré a partir de ahora, ir comentando o publicando, algunos conceptos relacionados con la Psicología Aplicada al Deporte que espero les interesen o les sirvan.

*Nota: "No te mueras nunca" fue lo último que me dijo irónicamente mi entrenador en Independiente. Solo tenía 13 años y desde esa tarde no volví nunca más a esa pileta...

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