Así como la pasión por el agua es para mí algo inexplicable, la pasión por la música también lo es.
En el agua no me considero una gran nadadora, pero en cada brazada, la sensación del empuje del agua y del avance es maravillosa. Nadar sintiendo las ondas generadas por la patada del que va delante, nadar pegado y dejarse llevar por el compañero, sentir cómo se estremece el agua cuando alguien se zambulle a 3 andariveles de distancia, pasar el área de burbujas generada por los alumnos del curso de buceo, son situaciones que hacen que algo rutinario, como puede llegar a hacer un entrenamiento, se convierta en una experiencia maravillosa y nueva cada día.
Nunca lo pude explicar, pero jamás pude, ni puedo pasar por un puente sin mirar el río, el arroyo o el curso de agua que pasa por debajo. En mi cuerpo, en mi sangre, en mi alma, hay algo que se conecta y se expande; como si por alguna ley extraña (que seguramente existe dentro de alguna teoría que desconozco) ciertas partículas se expandieran y se reconectaran, permitiéndome sentir la energía del Universo. [sí, se que suena medio desquiciado, pero estando sujetada por el lenguaje, no encuentro la forma de decirlo de otro modo]
Con la música me pasa algo similar. Sé muy poco de música, no entiendo de aficinaciones o de armonías, pero sé muy bien lo que me gusta y lo que no; y lo sé porque lo siento. Es también una cuestión de conexión. Durante años escuché temas en inglés que me conmovían sin tener la menor idea de lo que decían, pero con la convicción de que algún día descubriría cuál era la conexión. Y hasta ahora, siempre la encontré.
Al igual que con el agua, cada nota, cada instrumento, cada voz, despiertan una emoción distinta cada vez, profunda o superficial, que me aisla, me sustrae por momentos y por otros me conecta con el mundo. Me hace feliz. Aún cuando despierte recuerdos muy tristes o cuando algún tema me hace llorar mientras tarareo; la música me hace feliz (igual que el agua). [Aunque la explicación no sea necesaria, quizás lo que antecede les explique en cierta forma porque en este espacio aparecen tantas letras o videos musicales]
Musicalmente, tuve una adolescencia rebosante de las grandes bandas de los 80's. Comenzando por The Police, U2, Madonna y terminando por The Cure y Pink Floyd fueron años de incoherencia que me permitieron definir que en realidad no tenía nada definido (entre nosotros, a los 13 años era fanática de Pimpinela ¿? y 4 años más tarde sucumbía bajo los ladrillos de The Wall ). Si algo aprendí en esa época fue a seguir escuchando... imagínense de todo lo que me hubiera perdido si me hubiera quedado con Pimpinela...
Los 90's llegaron entre Facultad, Trabajo y parejas desparejas. La radio me acercó una mezcla de Nirvana, Morphine, los Chilly Pepers, Soundgarden y Blind Melon. Y todos ellos me emocionaron.
Hoy, salgo corriendo a comprar el nuevo disco del Indio Solari y me preparo para disfrutar del Personal Fest, donde me espera una mezcla de Los 7 Delfines, Spinetta y Chris Cornell. De este último les dejo dos de los temas que más me conmovieron y me conmueven...
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