jueves, 16 de agosto de 2007

Malentendido estructural...

En el curso de Psicología Aplicada al Deporte que estoy haciendo, tuve la suerte de tener una clase a cargo del Profesor Gerardo Salorio, quién fuera Preparador Físico de la Selección Argentina de Fútbol en Alemania 2006 y tetra campeón del mundo con la Selección Juvenil Sub-20. "El Profe" nos dió una clase dedicada a Comunicación, Liderazgo y Motivación. Cada tema estaba acompañado por una presentación de PowerPoint preparada para la ocasión y no solo tuvimos el honor de escuchar sus experiencias y anécdotas, sino que además, nos dejó una copia de las presentaciones.
En la presentación correspondiente a "Comunicación" hay una sección dedicada a la "calidad humana". A continuación, transcribo una parte del texto e imagenes, que me identifica en estos días, donde digo lo que no quiero, no puedo decir lo que quiero y no quiero decir lo que en verdad puedo... En fin, ya lo dijo Lacan: "el emisor recibe del receptor su propio mensaje en forma invertida..."(por eso el título de este texto).

"Hablar de calidad humana, es cuidar nuestros vínculos con los demás. Necesitamos rehacer nuestros vínculos humanos.
De nada sirve trabajar de sol a sol en un lugar donde no tenemos amigos y llegar cansados a un hogar en el que nadie se interesa en saber cómo nos fue.
¿Para qué trabajar tanto si nos sentimos solos?.
Es triste leer un libro y no tener a alguien con quien comentarlo, es doloroso sentirse preocupado y no contar con una persona a quien abrirle el corazón.
De nada vale estar al frente de una cancha de tenis, de fútbol o frente a un juego de salón si no tenemos con quien jugar, con quien disfrutar ese momento.
¿Para qué tener lo que no se puede compartir?. Ni las cosas ni el dinero, poseen valor intrínseco. El valor de lo material está en su aplicación, en el servicio a alguien más o la convivencia con alguien más.
En muchas ocasiones estamos asustados, asustados de lo que tal vez no podemos hacer; asustados de lo que pensaría la gente si tratamos.
Permitimos que nuestros miedos se interpongan en nuestros sueños.
Decimos no, cuando queremos decir si. Murmuramos cuando queremos gritar, y después...
después gritamos a quien no teníamos que hacerlo.
¿por qué?
Después de todo cruzamos por esta vida una sola vez, no hay tiempo para tener miedo. Así que intenta... intenta aquello que no has hecho, arriésgate, participa en el maratón, escribe aquella carta, enfréntate como ganador a las cosas cotidianas.
El tiempo no regresa.
No tienes nada que perder y todo...¡Todo que Ganar!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias por compartir esto Miriam. Un abrazo grande y espero que la estés pasando muy bien en Mardel.